Si piensas que te has alejado demasiado del Padre celestial y que ya no hay esperanza para ti, recuerda la historia bíblica del hijo pródigo (Lucas 15:11-32).
No importa cuán lejos hayas ido del Señor o lo que hayas hecho en tu vida, Dios está con brazos abiertos esperando tu regreso. Él anhela perdonarte para restaurar tu vida y tu relación con él. Recuerda que él es el Padre amoroso que nunca rechaza a sus hijos cuando vienen a él arrepentidos.
¡No tardes más! ¡Regresa a tu hogar!